martes, 15 de noviembre de 2011

2º dia

Después de una larga mañana sin poder dormir, con la ansiedad de haber cometido un grabe error, decidí que era mejor salir de mi agujero y ver que me deparaba la realidad, me puse mis mejores galas, esas que suelen decir “soy culpable, pero no pienso admitirlo”
Con la cabeza bien alta disimulando la torpeza de esta mañana, entre en el bar., allí estaban todos riendo y hablando sin parar de lo larga y emocionante que había resultado la noche anterior… un poco de disimulo por aquí, otro poco por allá, me acerque a la barra, no le había visto por ningún lado así que estaba bastante mas tranquila, tan tranquila que decidí borrar la resaca de anoche con otra copa de lo mismo, cuando mas la disfrutaba siento una mirada que me esta penetrando, alguien me vigila, lo se lo siento…. Giro mi cabeza y allí esta el, mirándome desconcertado, sonriente, sin saber muy bien que hacer, pero con la idea fija de acercarse a mi, y así lo hizo.
Las primeras palabras que cruzamos rondaron la frialdad, las miradas hacia el suelo y el beber demasiado deprisa para evitar tener que hablar. Tras unas cuantas copas llego la normalidad, algo poco habitual después de lo sucedido. Pero ahí me encontraba riéndome con la persona que debería estar evitando, dejando que el tiempo borrara la estupidez del día anterior…
No parecía importarme demasiado, pues me encontraba a gusto, había decidido encontrarme a mi misma y parecía que estaba logrando mi objetivo, estaba feliz, nadie esperaba nada de mi, nadie me pedía que hiciera cosas por ellos, cosas que no me apetecía hacer en la mayor parte del tiempo, pero que aun así las hacia, por no disgustar, por ser útil, por la felicidad de los demás, sin preocuparme por la mía propia.
Esta vez estaba siendo diferente, me sentía bien, entre las tonterías del alterne, entre las risas algo tímidas, y no tan tímidas.
Me relaje, sentí que nada me podía estropear ese momento, viajando en una nube de alegrías. No me di cuenta de que todo lo bueno tiene un final, nos dieron las cuatro de la mañana y seguíamos absortos el uno en el otro, sin darnos cuenta de que nos volvimos a quedar solos.
Asenté mi cabeza en el pánico de la situación, decidí marcharme lo mas rápido posible de allí, y casi sin despedirme me fui.
Caminaba hacia mi casa, intentando entrar en razón, pues tenia encima unas cuantas copas que nublaban mi buen juicio, intente recordar si había dado alguna entupida señal que indicara lo contrario a lo que estaba pensando en ese momento… no logre recordar, no me dio tiempo, pues se encontraba justo detrás de mi, llamándome, pidiéndome una explicación de porque había huido del lugar. Al no saber que decir, me salieron las palabras mas cobardes que jamás pensé que tendría en mi cabeza, pero el fue bueno, no dio importancia a mi falta de coherencia, “no haré nada que no quieras, te respeto y respeto tus decisiones”- dijo el.
No recuerdo como cambio tanto la situación, no encuentro la lógica para decir porque sucedió, pero sin saber me encontraba besando sus labios de nuevo, mas intensa mente que el día anterior, con mas ganas y mas pasión… me deje llevar, los besos se acompañaron de las caricias y el aumento del calor  haciendo el amor.
No fue un momento bello, no fue un instante prefecto, no hubo cuento de hadas, simplemente vergüenza ajena por lo sucedido, ni siquiera hubo una despedida, me fui de allí como hoja que se lleva el viento.
Fue el polvo mas vergonzoso de mi vida, el mas rastrero, me sentí horrible por lo sucedido, y me prometí que jamás volvería a suceder nada entre nosotros. Que me alejaría lo suficiente para que jamás pasara semejante tontería.
No es que fuera difícil, pero sonaba mas fácil de lo que era, el para mi fue mucho y quería dejarlo en nada, terminar mis conversaciones con el, dejar de ser su amiga, dejas de contarle mis problemas, mis alegrías, mis pequeñas locuras… no era alejarme de un desconocido, era alejarme de mi mejor amigo.
Al día siguiente prepare mi maleta, sentía que pesaba mas de lo que pesaba cuando había llegado allí, entonces me di cuenta, no había recuperado mi yo, no tenia la felicidad conmigo, ni siquiera conseguí relajarme. Me llevaba para casa un problema mas, un trabajo mas, un descontrol y una tristeza que no sabia controlar.
Muda, llegue a mi particular cueva, donde hacia toda mi vida, aquello se había convertido en tan solo unos días en el mayor caos, por un momento pensé, que era alguna fuerza divina que me estaba mandando algún tipo de señal, “esta es tu penitencia, aquí pagaras todo tu mal”

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